En la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe reflexionamos en el Anuncio cuando el arcángel Gabriel se aparece a María para decirle la buena noticia que ella va dar a luz a Hijo de Dios. María acepta este honor y responsabilidad, per no antes de vacilar, “¿Como será esto?” Hay varias razones porque María demuestra reluctancia, y una de esas razones es por el contexto en donde está pasando este evento. María vive en Nazaret, un pueblito en Galilea. Comparado a Roma o Jerusalén, Nazaret es nomas un puntito en el mapa. ¿Por qué escogió Dios a esta mujer en este lugar? Hemos visto varias veces que Dios prefiere a los pobres, los marginalizados, aquellos que la sociedad (y a veces la iglesia) dice que no son dignos, para traer una nueva creación.
Si usted tiene el privilegio de celebrar la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe en México DF, o en una parroquia con muchos mexicanos, o tal vez se sintoniza a un canal en español a media noche en el 12 de diciembre, une ve una celebración como ni otra. En mi parroquia de San Juan Diego cerca de Albuquerque, Nuevo México, EEUU, no hay otro dio festivo que llena la iglesia (que antes fue un centro comunitario) como este día. Ni la navidad, ni la pascua. Mi mama me decía, “católicos vienen a celebrar a Jesús, los Guadalupanos vienen a celebrar a la virgencita morena.”
El impacto de la aparición de María a Juan Diego es un evento posiblemente tan radical y contracultural como ni otro evento en la historia cristiana, especialmente en las Américas. El año es 1531, diez años después que el imperio Azteca cae a los invasores españoles. Este no es un tiempo de “convergencia de dos culturas”, como es frecuénteme incorrectamente interpretado. Este es un periodo de completa destrucción. Se puede argumentar que el crimen mas grande cometido contra la gente mexicana no era la violencia que los europeos manifestaron, ni las enfermedades que trajeron que casi elimino una populación entera, si no la desimanación de la religión y las tradiciones en las manos de los misioneros. Los indígenas ahora eran esclavos de cuerpo y espíritu. Muchos Azteca prefirieron inanición, suicidarse, y asta matar a sus recién nacidos como la única alternativa a vivir en este mundo nuevo donde ahora son extranjeros en sus propias tierras, donde les dicen que no valen nada. Aunque los nativos fueron forzados al cristianismo, no fueron permitiros a vivir en comunión completa con la iglesia. Por ejemplo, los indios no eran permitiros al sacerdocio.
En este ambiente, María escogió al menor, al mas pequeño, para cargar el mansaje de su deseo que se construya su templo a la autoridad mas alta de México, el obispo Zumárraga. Ella escoge a un indio con el nombre Juan Diego. Por ser indio, el obispo no le creé a Juan Diego. En el Nican Mopohua, el poema escrito en Náhuatl
de la aparición de María en Tepeyac, Juan Diego falla por segunda vez en convencer al obispo de la autenticidad de su mensaje, y el siento que el no es el embajador apropiado para el mensaje. Su propia descripción de el mismo es típico de la mentalidad indígena:
“yo soy un hombre del campo,
soy mecapal, soy parihuela, soy cola, soy
ala; yo mismo necesito ser conducido,
llevado a cuestas, no es lugar de mi
andar.”
Hasta que Juan Diego trajo flores que eran imposible crecer en el invierno y se aparece María en la tilma, Zumárraga no creía y hasta por fin construye en temple en Tepeyac. Por la primera vez en lo que se siente come eternidad, la gente de las Américas creyeron que eran el pueblo elegido por Dios, que eran dignos, que pertenecían. Por primera vez, la gente creía que la salvación y el honor eran de ellos.
1531 era el año de la nueva creación, mucho como cuando Dios se hizo hombre. Dios prefiere la presencia de los marginalizados y los desechados. Vez tras vez, Dios nos demuestra esto, y todavía elegimos ser como Zumárraga y no escuchamos a aquellos que lloran y ruegan por tan solo un poco de dignidad. Que aprendamos a escuchar y acompañar aquellos que la sociedad, y hasta la propia iglesia, nos ha dicho que no son capaz de hablar la verdad. Dios vive en manera especial en los que han sido privados de sus derechos.
Que nos esperemos en una señal milagrosa para tomar acción y retornar la dignidad al pueble de dios.
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