March 13, 2022 | Cristina Hernández | Today's Readings
"We committed to doing more, to bringing the good news of restoration to more spaces."
“Joe” was an active gang member in his city who had struggled with addiction since his youth.
Telling his story to a room full of faith leaders back in 2014, he was nervous and almost in tears as he recounted the four times he met with a judge in court, admitted his addiction, and asked for help. Every single time, he was sent back to jail.
This destructive cycle continued until he met with a group offering spiritual support and re-entry accompaniment. The fifth time that he was in front of a judge, he was not alone. Over a dozen community members, including from his church, came to testify on his behalf.
In court, they told the story of a compassionate young man receiving help for his addiction and excelling in his part-time job and community involvement. As a result of their testimony, Joe was able to stay in the community and work on his rehabilitation. He now mentors others who are in need of his insights and kinship.
Joe was the first brother who came out of incarceration that I had the honor to meet. Why did he have to spend so many years in and out of jail when what he needed was treatment?
I was both appalled and inspired — but most of all, I was transformed.
Over the last few years, I have been witness to the stories of brothers and sisters who have struggled through their interactions with the criminal justice system, whose loved ones are in and out of incarceration, and who have lost family members to crime, sometimes in a violent way.
This past week, I had the privilege of hearing stories like these through a week-long training with survivors of crime, offenders, and community members.
In listening circles during this training, we shared personal stories, pictures of loved ones, and tales of our vulnerability, pain, and resiliency. Grounding our conversation was Scripture; we prayed and reflected on Biblical stories of accountability, reconciliation, and community building.
At some point in the week, we were asked to share the “mountaintop moments” in our lives — those moments of deep transformation. The stories followed a similar sequence as the one that we find in today’s Gospel:
“Peter and his companions had been overcome by sleep, but becoming fully awake, they saw his glory and the two men standing with him.” (Luke 9:32)
The stories that were shared found us asleep, maybe even numb, and then something happened that helped us become fully awake. Offenders, survivors, and community members became awake to each other’s struggles and moments of grace.
I believe that we were all transformed and that this past week was another “mountaintop moment” for all of us. We committed to doing more, to bringing the good news of restoration to more spaces.
During this sacred time of Lent, may we pray to our loving and merciful God to awaken in us that discipleship of healing and restoration that is urgently needed in our communities.
May we reach out to those who have been harmed and those who have committed harm, allowing them to transform us and show us the healing grace that saves.
Momentos de Transformación Profunda: Una Reflexión para el Segundo Domingo de Cuaresma
"Joe" era un pandillero activo en su ciudad que había luchado contra la adiccióna las drogas desde su juventud.
Al contar su historia a una sala llena de líderes religiosos en 2014, estaba nervioso y casi llorando cuando relató las cuatro veces que se presentó frente a un juez en la corte, admitió su adicción y pidió ayuda. Cada vez, lo enviaban de vuelta a la cárcel.
Este ciclo destructivo continuó hasta que conoció a un grupo que ofrecía apoyo espiritual y acompañamiento a quienes salen de la cárcel. La quinta vez que estuvo frente a un juez, no estaba solo. Más de una docena de miembros de la comunidad, incluso de su iglesia, vinieron a testificar en su nombre.
En la corte, contaron la historia de un joven compasivo que recibe ayuda para su adicción y sobresale en su trabajo a medio tiempo y por su labor en la comunidad. Como resultado de estos testimonios, Joe pudo permanecer en la comunidad y trabajar en su rehabilitación. Ahora es mentor de otros que necesitan sus ayuda y hermandad.
Joe fue el primer hermano que salió del encarcelamiento que tuve el honor de conocer. ¿Por qué tuvo que pasar tantos años dentro y fuera de la cárcel cuando lo que necesitaba era tratamiento?
Estaba horrorizada e inspirada, pero sobre todo, me estaba transformando.
En los últimos años, he sido testigo de las historias de hermanos y hermanas que han luchado a través de sus interacciones con el sistema de justicia penal, cuyos seres queridos están dentro y fuera del encarcelamiento, y que han perdido a miembros de la familia por el crimen, a veces de manera violenta.
La semana pasada, tuve el privilegio de escuchar historias como estas a través de una capacitación de una semana con sobrevivientes de crimen, ofensores y miembros de la comunidad.
En círculos de escucha durante esta capacitación, compartimos historias personales, fotos de seres queridos e historias de vulnerabilidad, dolor y resiliencia. Nuestra conversación estaba encarnada en la Escritura; oramos y reflexionamos sobre historias bíblicas de responsabilidad, reconciliación y construcción de la comunidad.
En una de las sesiones, se nos pidió que compartiéramos los "momentos de la cima de la montaña" en nuestras vidas, esos momentos de profunda transformación. Las historias siguieron una secuencia similar a la que encontramos en el Evangelio de hoy:
"Pedro y sus compañeros habían sido vencidos por el sueño, pero al despertarse por completo, vieron su gloria y a los dos hombres de pie con él". (Lucas 9:32)
Las historias que se compartieron nos encontraron dormidos, tal vez incluso entumecidos, y luego sucedió algo que nos ayudó a estar completamente despiertos. Los ofensores, sobrevivientes de crimen y miembros de la comunidad abrimos los ojos a las luchas y momentos de gracia de los demás.
Siento que al final todos nos transformamos y que esta semana pasada fue otro "momento en la cima de la montaña" para todos nosotros. Nos comprometimos a hacer más, a llevar a más espacios la buena nueva de que la restauración es posible.
Durante este tiempo sagrado de Cuaresma, que juntos oremos a nuestro Dios amoroso y misericordioso para que despierte en nosotros ese discipulado de sanación y restauración que se necesita con urgencia en nuestras comunidades.
Que podamos acercarnos a aquellos que han sido dañados y a aquellos que han cometido daño, permitiéndoles transformarnos y mostrarnos la gracia sanadora que salva.